LEYENDA DEL COPIHUE Leyenda
Mapuche versión Edith Soto Flores
Hace muchos años, en una comunidad
mapuche, ubicada en los bosques del sur
de Chile, vivía una hermosa niña llamada RAYEN. Ella había sido prometida en
matrimonio por sus padres a Maitú cuando eran niños. Un día de primavera, Maitú
partió con los hombres de su pueblo a luchar en una batalla, a orillas del río
Toltén. Rayen quedó muy triste y fue a subirse a una araucaria que era el árbol
más alto del bosque, como lo hacía cada vez que Maitú se ausentaba.
Desde allí podía observar el polvo que levantaban los guerreros en el combate y salir a su encuentro, al verlos regresar. Sin embargo, esta vez, Rayen no vio nada. Pasaban las horas y en el silencio del bosque sólo se escuchaban los hondos y largos suspiros de la joven mapuche. Cuando se hizo de noche, bajó de la alta araucaria y preocupada se fue a su ruca.
A la
mañana siguiente, el grupo estaba de vuelta pero Maitú no venía con ellos.
Desesperada corrió al bosque a llorar su pena. Las lágrimas se convirtieron en
copihues, hermosas flores de sangre, que colgaban de los árboles altos y
pequeños, robustos y débiles. Luego se
tiraron a los pies de la niña y le
hablaron así. -Rayen nos diste la vida con tu pena. Nosotros junto al bosque te
damos la alegría......Ven, acuéstate-. Entonces Rayen se tendió en una alfombra
roja, y salió volando por los cielos. Era la enamorada que iba al encuentro con
Maitú. Desde esa época florecen los copihues, recuerdan el dolor de la mapuche
y el valor del guerrero que lucha hasta morir.